EN QUE PARTE DEL AUTO DEBE IR LA MASCOTA
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¿DÓNDE DEBE IR MI MASCOTA Y QUÉ NECESITO PARA CUMPLIR CON LA NORMAS?

 

Suponiendo que tenemos un carro o a lo sumo un vehículo mixto adaptable, contamos con tres posibilidades para transportar nuestra mascota: en los asientos traseros, en el maletero y en el exterior (en un remolque o mochila) esta última es la menos habitual si no somos cazadores y sólo tenemos un animal, pero aún así luego hablaremos de ella. Lo habitual será colocar a nuestro perro (vamos a suponer que es un perro de aquí en adelante) en el interior y luego, dependiendo del carácter y la educación de éste y del vehículo, ya veremos si usamos el maletero o los asientos.

 

En un principio, utilizar el maletero no es una buena opción. Salvo excepciones es un lugar poco ventilado, oscuro y solitario. Además es el lugar adecuado para transportar bultos si vamos a las compras o salimos de viaje. El principal inconveniente del maletero podría ser una mala combustión: si los gases mal convertidos llegasen a entrar en el habitáculo mal ventilado el perro podría sufrir serios daños e incluso morir. Otro, un poco más macabro, está en la posibilidad de que alguien no respete la distancia de seguridad y acabe empotrándonos por atrás. Los maleteros actuales se diseñan para que se compacten y absorban el impacto, rebajando así el golpe en el interior. Pero el perro si se compacta, revienta.

 

Si finalmente decidiéramos que nuestro animal va mejor en la parte destinada a la carga, deberemos adoptar las medidas necesarias: colocar unas barras que separen los habitáculos y así impedir que nuestro amigo pueda llegar hasta nosotros saltando o disparado por un frenazo, accidente y similar. Ojo con esto, porque existen en las grandes superficies unas rejillas que separan visualmente el habitáculo y evitan que el animal llegue al puesto de conducción, pero que son totalmente inútiles cuando de retener el cuerpo lanzado se trata. Unas barras separadoras pueden ser costosas dependiendo de la calidad y el modelo. Las semibarreras, aquellas que se colocan sobre los asientos de las pequeñas furgonetas adaptables que citaba antes, son un poco más económicas.

 

Dicho lo anterior, queda bastante claro que la mejor opción para un perro hogareño son los asientos traseros. Algo tan sencillo como un arnés de seguridad, realizado en un material más resistente y acolchado, con un sistema para atarlo al asiento como si de un cinturón de seguridad se tratara es más que suficiente para viajar con nuestro cuadrúpedo. Existen también correas específicas que unen el collar habitual de nuestro can con las clavijas del cinturón, pero son mucho menos efectivas y más inseguras, no protegiendo en absoluto al animal y no garantizando su sujección en caso de colisión brusca. Tal vez, la opción más válida, consista en transportar a nuestro perro con su collar habitual y una de estas correas ancladas al cinturón. Y al mismo tiempo colocarle un arnés de seguridad apto para su tamaño y peso, que con más puntos de sujección, le mantenga también atado al asiento. El sistema consiste en atarlo a dos puntos distantes: clavija derecha y clavija izquierda, disipando el tirón en un accidente y aumentando las garantías de funcionamiento. Este sistema es más económico que las barras.

 

Y ahora, la pregunta del millón ¿Y si mi coche no tiene cinturones traseros?
Lo lógico sería realizar una instalación que se base en las barras protectoras como si nuestro perro viajara en el maletero. Algunas se venden como universales y están específicamente diseñadas para ser usadas entre asientos y no entre zona de carga y asientos traseros. La siguiente opción consiste en jaulas y Transportines. Para perros pequeños no hay más problema que colocar el transportín de forma que no pueda provocarnos daño alguno si chocamos. La jaula se usa para cánidos de mayor tamaño y también existen Transportines de gran tamaño que actualmente tienen un inconveniente: su altura. La normativa de protección de animales exige que los Transportines de nueva fabricación tengan una altura suficiente para que el perro pueda ponerse en pie, lo que provoca la incompatibilidad con coches de pequeño y mediano tamaño. Jaulas y Transportines se convierten pues, si son de gran tamaño, en una solución propia de furgonetas y derivados, que además tienen un precio alto.

 

Remolques y mochilas

 

Esta opción sólo suele ser utilizada por propietarios de varios animales (perros, caballos) y generalmente cazadores. Es la más cómoda en cuanto a higiene y la más ventilada, pero es la que más expone al animal a los riesgos de la circulación, además de limitar nuestra velocidad máxima. Una variante de los remolques son las mochilas que se cuelgan del enganche. Estas se están poniendo de moda porque no limitan la velocidad y son comodísimas para maniobrar marcha atrás, trazar curvas y pasar por zonas escarpadas. Pero las mochilas tienen la mayor probabilidad, entre todas las formas de llevar nuestra mascota (incluyendo el remolque) de convertirse en tumbas. Son de fibra y cualquier golpe por detrás significará su destrozo, con las negativas consecuencias hacia el animal. El remolque aún, de lo malo, tenderá a desplazarse lateralmente y de esa forma minimizar los daños.

Si somos previsores, nuestro remolque deberá llevar un sistema de bebederos por caída y succión, de manera que nuestros animales puedan beber sin peligro de mojar su habitáculo. Los comederos de viaje a los que haré referencia nuevamente unas líneas más abajo, también son una magnífica opción, así como mantas y abrigo para las zonas frías.

 

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